La Sabrosa Tradición de las Tunitas de Nopal en la Huasteca Potosina.
La Sabrosa Tradición de las Tunitas de Nopal en la Huasteca Potosina.
Nos aventuramos a la cordillera Tenek para conocer y probar las tradicionales tunitas de nopal, un manjar típico de la región. Acompañados por Eric Pérez Flores, coordinador de Asuntos Indígenas, nos sumergimos en el proceso de recolección y preparación de esta fruta, que forma parte esencial de la gastronomía y cultura local.
“Más allá de su delicioso sabor, el proceso para llevar las tunitas a nuestra mesa es todo un reto”, compartió Eric, destacando la importancia de esta tradición en su historia personal. Para conocer más sobre su elaboración, visitamos a la señora Imelda y su hija Luciana, quienes con orgullo nos mostraron cómo identificar el punto exacto de maduración de la tunita y la meticulosa técnica para recolectarla sin dañarla ni sufrir heridas por sus espinas.
En el recorrido, pudimos observar cómo la planta del nopal da frutos en distintos momentos, requiriendo paciencia y conocimiento para elegir las tunitas listas para el consumo. “Es parte de nuestra costumbre y tradición, pero sobre todo, es un conocimiento que nos gusta compartir con quienes quieran aprender”, mencionaron nuestras anfitrionas.
Este viaje no solo nos permitió degustar un platillo auténtico de la Huasteca Potosina, sino también valorar el esfuerzo y la herencia cultural detrás de su preparación. ¡Una experiencia que sin duda recomendamos vivir!

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Después de recolectar las tunitas, llegó el momento de entregarlas a la experta: la señora Imelda. Con años de experiencia heredada de su madre, nos guió a través del meticuloso proceso de limpieza y preparación de esta fruta del nopal.
Primero, las tunitas se colocan en la tierra y se les da una “escobiada” para retirar los tucumes (espinas finas). “Así me enseñó mi mamá”, compartió la señora Imelda con orgullo. Luego, con un cuchillo firme y un movimiento preciso, se pelan cuidadosamente, evitando que su textura babosa haga que se resbale de las manos y cause algún accidente.
Mientras tanto, Luz, estudiante de bachillerato, se encargó de preparar el complemento perfecto para las tunitas: tortillas hechas a mano en un comal de barro. La leña, traída de la parcela por su abuelo, avivaba la lumbre mientras las tortillas tomaban forma.
Las tunitas se colocaron sobre las brasas para su cocción, un proceso que toma aproximadamente 10 minutos. “Con esto se termina de caer cualquier espinita que haya quedado”, explicó la señora Imelda, asegurando que el platillo estuviera listo para disfrutarse de la manera más segura y auténtica.
Cada paso en la preparación de las tunitas refleja el conocimiento y la tradición transmitidos de generación en generación en la Huasteca Potosina, mostrando el profundo respeto por la cultura y la naturaleza de la región.

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Con las tunitas ya cocidas, llegó el momento más esperado: la preparación final y la degustación de este platillo tradicional. Luciana tomó la tarea de lavarlas minuciosamente, asegurando que estuvieran listas para la siguiente etapa.
En la cocina, el ambiente era de colaboración y tradición. “Chequen todo este proceso, cómo la cocina tradicional ponía a trabajar a toda la familia”, se comentó mientras se preparaban los ingredientes. En un molcajete, se molieron ajo y comino, y poco a poco se fueron incorporando la cebolla y el infaltable “chilito peligroso”, el toque picante que daría sabor a la receta.
Mientras tanto, Luz (la nieta de la señora Imelda) continuaba con las tortillas hechas a mano, listas para acompañar las tunitas. Finalmente, se sirvieron los platos con frijolitos a la leña, creando una combinación perfecta de sabores auténticos de la Huasteca Potosina.
La señora Imelda, quien nos guió en todo el proceso, aún no había probado el platillo, pero la expectativa era alta: ¿estarían muy picosas o tendrían el equilibrio perfecto de sabor? Con cada bocado, se celebraba no solo la comida, sino la convivencia familiar y la transmisión de conocimientos que han pasado de generación en generación.
Esta experiencia no solo nos permitió disfrutar de un manjar regional, sino también reconocer el valor del esfuerzo colectivo y la importancia de preservar las tradiciones culinarias que hacen única a la Huasteca Potosina.

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La comida en familia es lo que hace que la experiencia de probar las tunitas sea aún más especial. Tras servir los platos, llegó el momento de probar todo el esfuerzo y trabajo que había detrás de cada paso. Se agregó un poco de frijolitos para equilibrar el picante, aunque la verdadera sorpresa fue descubrir que el chile no se había escapado, ¡y estaba muy, pero muy bueno!
A pesar del toque ardiente, el sabor era absolutamente delicioso. “Es un manjar muy rico, un platillo muy, muy sabroso”, comentó uno de los presentes, resaltando lo auténtico y sabroso que resultó el platillo tras todo el proceso tradicional de preparación.
Gerardo, quien también se unió a la degustación, expresó su amor por las tunitas: “Sí, mucho”, compartió con una sonrisa, disfrutando de cada bocado.
Con esto, todos aprendieron no solo cómo se cocina este platillo, sino también la importancia de aprovechar la corta temporada en la que las tunitas están listas para ser recolectadas. Un proceso que no solo celebra la gastronomía, sino también la cultura y la tradición que sigue viva en cada rincón de la Huasteca Potosina. ¡Nos vemos en la próxima aventura culinaria!




